La historia de los pueblos dispuestos en el continente asiático ofrece distinciones con respecto al resto del mundo. La presencia de sólidos discursos religiosos y espirituales (Islam, Hinduismo, Budismo, Taoísmo, etc.) suponen una consideración diferente frente a la vida, y por ende, alrededor de la higiene individual y pública. En la India, por ejemplo, las consideraciones frente al carácter sagrado del río Ganges, uno de los ríos más contaminados del mundo, convoca a que los individuos deban sumergirse en sus aguas por lo menos una vez en la vida, sin importar que sobre estas aguas fluyan los restos de vacas u otros seres humanos en descomposición. En contraposición, y como si fuera incoherente con esta práctica, tienen la costumbre de bañarse -con agua limpia- todos los días. En el caso de China, las consideraciones sobre la higiene implican un esfuerzo en la mejora de la salud pública (disposiciones arquitectónicas y educación masiva sobre prácticas de asepsia) y una larga tradición de contacto con el agua como escenario idóneo para la meditación y la renovación de energías.